Estudié en un colegio mixto y en ese entonces, no me cuestioné, o mejor dicho, acepté sin mucho alegato que desde los cursos más pequeños nos separaran niños y niñas para practicar deportes diferentes. Es por eso, que hace pocos días, cuando mi hija de 5 años me cuenta que estaba indignada porque en el colegio los niños hicieron escalada en gimnasia, y las niñas no, caí en cuenta de la gravedad del asunto respecto a la disparidad de oportunidades que reciben nuestras niñas y niños ante la actividad física… y ante innumerables actividades de nuestro día a día y vida.
Con el tema dándome vueltas, me topé con un estudio de ONU Mujeres, UNICEF, UGFK y Dove (2021) que evaluaba la “Igualdad de género en el deporte: el desafío de fomentar la autoestima y el liderazgo en las niñas”. Los resultados son decepcionantes, y a la vez; no me sorprenden: Dejando de lado la asignatura de deportes obligatoria del colegio, por cada 5 niños que realizan deporte extracurricularmente (clubes, etc), solo UNA niña lo hace. Y lo peor de todo, es que a medida que estas niñas van creciendo menos deporte practican.
Las razones son varias. Aquí van algunas: La primera es que las redes de apoyo son muy reducidas. Afortunadamente, cada vez es más fácil encontrar ligas femeninas de fútbol y otros deportes que se han asociado históricamente a hombres (eso puede ser otra carta para más adelante).
También trata sobre la falta de referentes en el deporte femenino. Es aquí que la historia de Simone Biles, Tiane Endler, Macarena Pérez en su BMX y tantas otras son fundamentales para cambiar la respuesta de un 87% de las encuestada que se refirió a un hombre como referente deportivo.
Y por último, el tema de la inconformidad con su cuerpo: “Las nadadoras tienen espalda muy ancha”, “las hockistas tienen piernas gigantes”, “las de halterofilia parecen hombres”. Sin comentarios. No puede ser posible que los estereotipos de género que vemos y escuchamos a diario en medios de comunicación (y lo peor de todo, en sus propios espacios educativos) influyan en la autoestima de nuestras niñas y corten su oportunidad de disfrutar de la actividad física.
Espero que esta carta nos ayude a autoevaluar cuáles son los sesgos de género y estereotipos que arrastramos desde la niñez y perpetuamos a nuestro alrededor. Tener a mis hijas me ha ayudado a “ponerme los lentes del enfoque de género” y no sacármelos más.