Cuando mi querido amigo Roberto Puentes me invitó a escribir esta columna, acepté gustoso y honrado, porque conozco el enorme impacto que él y Belab generan en las personas, propósito que nos une desde que nos conocemos.
Una vez frente al teclado, no sabía por dónde empezar. Tantas ideas se vienen a mi cabeza, luego de haber vivido “3 vidas”, en 58 años. Pensando cómo aportar algo valioso, decidí compartirles uno de mis principales aprendizajes: para liderar debes comenzar por liderarte. Esta premisa la aprendí de la observación a miles - literalmente miles- de ejecutivos en Chile y otros países.
Como consultor en liderazgo constaté que la mayoría de los modelos de liderazgo estaban enfocados en conductas de “el líder” hacia afuera (los liderados): cómo motivarlos, alinearlos, generar trabajo en equipo, hacerlos más productivos, etc. Observando la forma de relacionarse de los “líderes”, concluí que el liderazgo comienza con el auto liderazgo. Puedes conocer las mejores prácticas de liderazgo (hay mucha en Google), pero si no estás consciente del verdadero impacto de tus actos, te entrarán por un oído y saldrán por el otro, como tanta información valiosa que conocemos, pero no aplicamos.
El liderazgo virtuoso, que genera impacto positivo y buenos resultados, requiere de un líder súper consciente del impacto de sus acciones; un líder abierto y humilde, capaz de entender y reconocer que su verdad, su visión, su estilo de trabajo, son válidos, pero son sólo el producto de sus mapas mentales y sesgos, originados en su crianza, educación, experiencias, genética, entre otros factores. Pero no constituyen la única verdad. Cuando el líder entiende eso, su actitud y forma de relacionarse con los demás cambia radicalmente. Cuando lo entiende, surge la empatía, el respeto genuino por el otro (incluso cuando es distinto y le cuesta entender sus visiones y conductas). Sólo entonces se genera una relación horizontal, entre seres humanos iguales en dignidad, en la que todos buscan un propósito común, y quieren entregar lo mejor de cada cual, generosamente, sin temor, con sentido, desarrollando al máximo sus capacidades, y dejando huella positiva.
¡Eso es liderar de verdad!
El auto liderazgo es la base que sostiene al liderazgo. Si es débil, el liderazgo se derrumba. Lamentablemente, esta premisa fundamental aún no es comprendida por todos. Y si la comprenden, no la aplican, ya que vivimos “secuestrados” por nuestros pensamientos negativos, malos hábitos y falta de propósito. Liderarse requiere disciplina, tiempo, recursos, como cualquier proyecto. Y olvidamos que el principal “proyecto” para generar efectos virtuosos, somos nosotros mismos. Durante años, he observado que la mayoría de los “líderes” no están muy conscientes de ello, y menos aún, que lo trabajen. Pero también he constatado que cuando lo hacen y comienzan a aplicarlo en sus vidas, el cambio en sus relaciones es enorme, y no sólo con sus equipos, sino con sus familias, amigos, etc.
¿Cómo auto liderarse? Si quieren se los cuento en otra columna. Sólo les adelanto que implica trabajar día a día nuestro equilibrio MAC : Mente-Alma-Cuerpo.